Sinceramente, las empresas de IA están haciendo lobby para la reforma de la ley del copyright porque esto va en sus intereses, del mismo modo que Disney hizo lo mismo para alargar la protección de sus creaciones.
Si las empresas de IA tuvieran que pagar por el uso que hacen de obras con propiedad intelectual, o compartir los beneficios con los artistas que han usado para crear los resultados, ya no serían tan rentables y no tendrían estas valoraciones estratosféricas.
Además, tampoco estamos hablando de un “bien común” porque no podemos olvidar que las grandes beneficiadas de esto son las empresas de IA, ya que para usar sus herramientas tendrás que pagar una suscripción.
Me sorprende mucho este debate desde posiciones que tenía asimiladas a personas que defienden el emprendimiento y la propiedad privada. El artista es otro emprendedor autónomo que intenta ganarse la vida con sus creaciones, y que se plantee si quiera la reforma de la ley para que estas empresas puedan beneficiarse de estas creaciones sin pagar un justiprecio es similar al famoso “exprópiese” argumentando que “es bueno para todos”.
Por poner un ejemplo simple y basado en la actualidad reciente, imaginemos que aparece una IA que permite crear jugadas de fútbol y que para entrenarla tienen que ceder gratuitamente todos los partidos de fútbol. Ahora díganme si el señor Tebas y todas las empresas vinculadas al mundo de los derechos de retransmisión de partidos de fútbol estarían contentas con esta decisión.
Copio y pego de un post de Enrique Dans, sin estar de acuerdo 100% con su punto de vista, creo que hay mucho de verdad en la postura copyleft más radical:
“El concepto de propiedad privada surge de forma natural para intentar solventar el problema derivado de la imposibilidad de uso simultaneo de un bien escaso. Sin embargo, cuando hablamos de ideas y de contenidos, y más aún cuando esos contenidos son digitales, ese problema no existe, y por tanto esa propiedad privada no se corresponde con ningún hecho natural. Se trata simplemente de una «pseudo-propiedad» a la que a alguien le dio por llamar «derechos de autor», que supuestamente nacieron para estimular su producción, pero que modernamente fue capturado y prostituido por una serie de compañías que, además de no crear nada, se dedican a explotar miserablemente a los artistas. El contrasentido máximo surge cuando alguien puede acceder a la información, pero supuestamente se le limita su derecho de pensar sobre ella, de reelaborarla, de reutilizarla o de evocarla.”
No había leído este artículo de Enrique Dans, pero no puedo estar más en contra de todo lo que expone.
Asumir que cualquier contenido disponible en internet es de libre distribución por defecto es un grave atentado a la propiedad intelectual, y hace una mezcla muy confusa de la propiedad privada, propiedad intelectual y derechos de autor, con el propósito de dar un discurso sobre las empresas que acaparan patentes o las gestoras de derechos de autor (y yo tampoco estoy de acuerdo con la forma de operar de las primeras o las segundas).
El ideal anárquico de que todo el contenido por defecto es libre y puede ser tomado sin consecuencias es muy poco realista y no tiene en cuenta los costes de la investigación y la innovación que han sido necesarias para poder producir estos resultados.
Bueno, tu comentario deja clara tu postura. Veo perfectamente válido adoptar una u otra postura. Yo sin embargo creo que existen grises, no blancos y negros. Hay algunos matices en tu comentario, pero el más importante es el del “bien común”. Las grandes tech no le caen bien a nadie (lógico) pero crean mucho (MUCHO) valor a la sociedad. Nos han traído una revolución digital (con claros y sombras) a un precio muy, muy asequible.
ChatGPT es hoy principalmente gratuito en su uso. Y cuando en Nigeria están probando con LLMs para crear tutores personalizados para mejorar el nivel educativo en sus colegios, creo que el bien común es evidente. Cuando Google Deepmind crea Alpha Fold y le proporciona una herramienta valiosa a la comunidad científica, el bien común es evidente. Y podría seguir con cientos de ejemplos.
Por seguir en una postura contrapuesta a la tuya (ojo, que podría encontrar muchos argumentos de tu lado), si profundizas en el caso de Thomson Reuters vs Ross, verás el porqué hay veces que es increíble que se le conceda el derecho de explotación del copyright de la legislación a una empresa, que ahora se queja de que le cojan sus contenidos. A mí, cuando el NYT le pone una demanda a OpenAI por mucho que le tenga cierta tiña a Sam Altman, me cuesta posicionarme del lado del NYT. Dicho esto, yo en 2005 apoyaba el copyleft, y defendía que el conocimiento debe ser libre, si beneficia a la sociedad. Aún así, apoyo modelos de suscripción a periódicos (o a newsletters).
Grises, yo solo veo grises, veo muy pocos blancos y negros.
Totalmente de acuerdo contigo en el bien social que proporcionan estos dos ejemplos que has ofrecido, e incluso yo mismo, que soy suscriptor de Cursor.ai y lo uso profesionalmente en mi trabajo, no puedo evitar reconocer el gran aumento de productividad que ofrece.
Pero esto no nos puede desviar de la base del argumento, que es si es lícito entrenar estos algoritmos con obras o productos que tienen derechos de propiedad intelectual y para los que no se dispone de permiso.
En el caso que mencionas del New York Times contra Open AI, sin embargo, yo no puedo evitar posicionarme a favor del NYT. Los periodistas que trabajan allí cobran un sueldo y el periódico les puede pagar con la explotación de los contenidos bajo un modelo de suscripción (además de los acuerdos publicitarios que pueda establecer con terceras partes), y si ahora llega Sam Altman y entrena su algoritmo con el contenido del periódico entiendo perfectamente que este último se enfade y decida demandarlo. Open AI, aunque ofrezca un uso gratuito de sus herramientas (y este es otro tema de discusión pues será gratuito mientras la empresa así lo considere, no están obligados a mantener esa gratuidad), tiene un fin comercial en la utilización de los contenidos para entrenar a su algoritmo. Es una empresa y persigue un beneficio privado, por mucho que por el camino nos permita usar estas herramientas de forma gratuita, así que como empresa privada tendría que pagar por contenidos que no son de su propiedad o para los que no cuenta con una licencia de uso.
Sobre el modo de licenciamiento yo estoy a favor de la libertad de cada uno de elegir como quiere compartir su contenido en Internet. Si decido cobrar por ello, no está bien que llegue alguien y pretenda usarlo de forma gratuita. Y si lo comparto de forma abierta, puedo incluso establecer unos límites de uso para mantener la integridad de mi creación, cono permiten distintas licencias Creative Commons.
impecable. Gracias por compartir. Le voy a dar este artículo a mi IA, para que cuando tenga que saber algo de Propiedad intelectual me lo añada :)
Sinceramente, las empresas de IA están haciendo lobby para la reforma de la ley del copyright porque esto va en sus intereses, del mismo modo que Disney hizo lo mismo para alargar la protección de sus creaciones.
Si las empresas de IA tuvieran que pagar por el uso que hacen de obras con propiedad intelectual, o compartir los beneficios con los artistas que han usado para crear los resultados, ya no serían tan rentables y no tendrían estas valoraciones estratosféricas.
Además, tampoco estamos hablando de un “bien común” porque no podemos olvidar que las grandes beneficiadas de esto son las empresas de IA, ya que para usar sus herramientas tendrás que pagar una suscripción.
Me sorprende mucho este debate desde posiciones que tenía asimiladas a personas que defienden el emprendimiento y la propiedad privada. El artista es otro emprendedor autónomo que intenta ganarse la vida con sus creaciones, y que se plantee si quiera la reforma de la ley para que estas empresas puedan beneficiarse de estas creaciones sin pagar un justiprecio es similar al famoso “exprópiese” argumentando que “es bueno para todos”.
Por poner un ejemplo simple y basado en la actualidad reciente, imaginemos que aparece una IA que permite crear jugadas de fútbol y que para entrenarla tienen que ceder gratuitamente todos los partidos de fútbol. Ahora díganme si el señor Tebas y todas las empresas vinculadas al mundo de los derechos de retransmisión de partidos de fútbol estarían contentas con esta decisión.
Copio y pego de un post de Enrique Dans, sin estar de acuerdo 100% con su punto de vista, creo que hay mucho de verdad en la postura copyleft más radical:
“El concepto de propiedad privada surge de forma natural para intentar solventar el problema derivado de la imposibilidad de uso simultaneo de un bien escaso. Sin embargo, cuando hablamos de ideas y de contenidos, y más aún cuando esos contenidos son digitales, ese problema no existe, y por tanto esa propiedad privada no se corresponde con ningún hecho natural. Se trata simplemente de una «pseudo-propiedad» a la que a alguien le dio por llamar «derechos de autor», que supuestamente nacieron para estimular su producción, pero que modernamente fue capturado y prostituido por una serie de compañías que, además de no crear nada, se dedican a explotar miserablemente a los artistas. El contrasentido máximo surge cuando alguien puede acceder a la información, pero supuestamente se le limita su derecho de pensar sobre ella, de reelaborarla, de reutilizarla o de evocarla.”
https://www.enriquedans.com/2024/06/el-ideal-de-la-web-abierta.html
No había leído este artículo de Enrique Dans, pero no puedo estar más en contra de todo lo que expone.
Asumir que cualquier contenido disponible en internet es de libre distribución por defecto es un grave atentado a la propiedad intelectual, y hace una mezcla muy confusa de la propiedad privada, propiedad intelectual y derechos de autor, con el propósito de dar un discurso sobre las empresas que acaparan patentes o las gestoras de derechos de autor (y yo tampoco estoy de acuerdo con la forma de operar de las primeras o las segundas).
El ideal anárquico de que todo el contenido por defecto es libre y puede ser tomado sin consecuencias es muy poco realista y no tiene en cuenta los costes de la investigación y la innovación que han sido necesarias para poder producir estos resultados.
Bueno, tu comentario deja clara tu postura. Veo perfectamente válido adoptar una u otra postura. Yo sin embargo creo que existen grises, no blancos y negros. Hay algunos matices en tu comentario, pero el más importante es el del “bien común”. Las grandes tech no le caen bien a nadie (lógico) pero crean mucho (MUCHO) valor a la sociedad. Nos han traído una revolución digital (con claros y sombras) a un precio muy, muy asequible.
ChatGPT es hoy principalmente gratuito en su uso. Y cuando en Nigeria están probando con LLMs para crear tutores personalizados para mejorar el nivel educativo en sus colegios, creo que el bien común es evidente. Cuando Google Deepmind crea Alpha Fold y le proporciona una herramienta valiosa a la comunidad científica, el bien común es evidente. Y podría seguir con cientos de ejemplos.
Por seguir en una postura contrapuesta a la tuya (ojo, que podría encontrar muchos argumentos de tu lado), si profundizas en el caso de Thomson Reuters vs Ross, verás el porqué hay veces que es increíble que se le conceda el derecho de explotación del copyright de la legislación a una empresa, que ahora se queja de que le cojan sus contenidos. A mí, cuando el NYT le pone una demanda a OpenAI por mucho que le tenga cierta tiña a Sam Altman, me cuesta posicionarme del lado del NYT. Dicho esto, yo en 2005 apoyaba el copyleft, y defendía que el conocimiento debe ser libre, si beneficia a la sociedad. Aún así, apoyo modelos de suscripción a periódicos (o a newsletters).
Grises, yo solo veo grises, veo muy pocos blancos y negros.
Totalmente de acuerdo contigo en el bien social que proporcionan estos dos ejemplos que has ofrecido, e incluso yo mismo, que soy suscriptor de Cursor.ai y lo uso profesionalmente en mi trabajo, no puedo evitar reconocer el gran aumento de productividad que ofrece.
Pero esto no nos puede desviar de la base del argumento, que es si es lícito entrenar estos algoritmos con obras o productos que tienen derechos de propiedad intelectual y para los que no se dispone de permiso.
En el caso que mencionas del New York Times contra Open AI, sin embargo, yo no puedo evitar posicionarme a favor del NYT. Los periodistas que trabajan allí cobran un sueldo y el periódico les puede pagar con la explotación de los contenidos bajo un modelo de suscripción (además de los acuerdos publicitarios que pueda establecer con terceras partes), y si ahora llega Sam Altman y entrena su algoritmo con el contenido del periódico entiendo perfectamente que este último se enfade y decida demandarlo. Open AI, aunque ofrezca un uso gratuito de sus herramientas (y este es otro tema de discusión pues será gratuito mientras la empresa así lo considere, no están obligados a mantener esa gratuidad), tiene un fin comercial en la utilización de los contenidos para entrenar a su algoritmo. Es una empresa y persigue un beneficio privado, por mucho que por el camino nos permita usar estas herramientas de forma gratuita, así que como empresa privada tendría que pagar por contenidos que no son de su propiedad o para los que no cuenta con una licencia de uso.
Sobre el modo de licenciamiento yo estoy a favor de la libertad de cada uno de elegir como quiere compartir su contenido en Internet. Si decido cobrar por ello, no está bien que llegue alguien y pretenda usarlo de forma gratuita. Y si lo comparto de forma abierta, puedo incluso establecer unos límites de uso para mantener la integridad de mi creación, cono permiten distintas licencias Creative Commons.